miércoles, 17 de noviembre de 2010

Programa integral de intervención en el sistema educativo

Desde que acabé la investigación y se publicó he seguido trabajando en la elaboración de un programa de intervención integral en el sistema educativo.
Siempre he considerado, y basta leer este blog o La soledad de Mae para darse cuenta de ello, que en la lucha por la erradicación de la violencia contra la mujer, no sólo debíamos invertir dinero y crear una red de asistencia integral para las vícitmas, sino que además debíamos intervenir en el sistema educativo como el espacio propio para la prevención.
Ahora bien, a pesar de lo que se diga, los programas de intervención en el sistema educativo deben tener una doble domensión: por un lado deben incidir en todos los aspectos del proceso educativo: actividades extraescolares, tutoría y cirrçículo. Por otro, deben desarrollarse desde el sistema de valores culturales que pretendemos erradicar.
Obviar estas dos dimensiones es lo que hace que la mayoría de los programas fallen, como bien sabemos los profesores y el propio alumnado.
Pues bien, mi programa de intervención en lo que se refiere a las tutorías, que es el que ahora te presento, ya está terminado y la editorial Pirámide (del grupo Anaya) lo publica a finales de este mes con el título ¿Y tú que quieres ser...? Intervención contra la violencia de género en las tutorías de la ESO,(200 páginas ISBN 978-84-368-2418-6 ı 266015). El resto del programa todavía no se ha publicado.

Este programa parte de una idea fundamental que aunque parezca obvia, os puedo asegurar que la inmensa mayoría de las personas que se dedican a tratar del problema de la violencia contra la mujer, no se dan cuenta: que es un problema complejísimo que nos afecta a todos, puesto quie es una consecuencia de nuestro sistema de valore, no como occidentales, sino como humanos.
Por esta razón, debemos tener en cuenta de que antes de impartir un
programa de este tipo, debemos saber de qué estamos hablando realmente y de cómo se presentan esatas estructuras de valores en nosotros. Si lo hacemos así nos daremos cuenta, asimismo, de que aproximarnos al fenómeno de la violencia contra la mujer es siempre una tarea ardua, tanto por la complejidad del tema como por la cantidad de prejuicios que suelen rodear e incluso oscurecer esta cuestión.
Vivimos en un mundo de violencia, y eso nadie puede negarlo. La encontramos a nuestro alrededor: en la calle, en las familias, en los institutos, en la sociedad en general, desplegándose cotidianamente a través de conductas, actitudes, y prejuicios que nos invaden y nos convierten unas veces en víctimas, otras en agresores, las más en cómplices o en testigos. ¿Quién de nosotros no ha sufrido “en carne propia o ajena” una experiencia cotidiana de violencia en el aula o en el instituto?
¿Es un déficit de las estrategias para las relaciones interpersonales? ¿Es el resultado esperable de una especie que ejerce un dominio despótico e irresponsable en el mundo? ¿Es la causa de vivir en familias desestructuradas? ¿Es la consecuencia de un estilo de vida vertiginoso que nos “promete” un éxito fácil y rápido?
Como verás si sigues este programa, de todo un poco hay.
Sea como fuere, y esto lo sabemos muy bien los profesores, la violencia se convierte cada vez más en un recurso fácil e inmediato que se utiliza para imponer criterios, valores, ideas y voluntades; un instrumento cotidiano que regula las relaciones entre las personas y que atenta contra su integridad física, psíquica, económica y sexual.
¿Qué podemos decir objetivamente de la violencia?
1. Que durante la adolescencia es cuando aparecen conductas asociadas a comportamientos antisociales: sobre los 13 años para ellos y sobre los 14 para ellas, y desaparecen normalmente entre los 17 y 18 años en ellas y los 23 y 24 en ellos.
2. Que la tasa más alta de agresión y victimización se da entre los 20 y los 24 años.
3. Que el sexo masculino es el factor de riesgo más elevado tanto en lo que se refiere a los agresores como a las víctimas: 20% de factores genéticos, más 20% de factores evolutivos, más 60% de factores ambientales, tienen la culpa.
4. Que estas características se cumplen en todos los tipos de violencia salvo en uno: LA VIOLENCIA DE GÉNERO en todas sus manifestaciones (física, sexual, psicológica y económica) en la que el agresor es el hombre y la víctima: la mujer.
Y lo más curioso de todo es que es precisamente este último aspecto de la violencia el que más rechazo suscita.
Los datos son incuestionables, trágicos, inmorales e injustos (lo podrás ver a lo largo del programa), y convierten a la mujer en un sujeto subordinado y sometido a lo masculino. Lo dice la ONU, la OMS, la Unión Europea, los distintos gobiernos: y sin embargo, la mayoría de las personas tendemos a no admitirlo, a negarlo abiertamente usando argumentos que como profesores que somos, no admitiríamos en nuestros propios alumnos: “como a mí no me pasa, entonces NO pasa”. Cierto es que este tipo de argumento (en el que se universaliza lo particular) es muy común, pero debemos resaltar dos cuestiones: primera, que es erróneo y, por tanto, inválido; segunda, que no hacemos lo mismo con otros fenómenos cotidianos que afectan a nuestras emociones.
En efecto, a nadie se le ocurre decir: “como yo no soy pobre, entonces no existe la pobreza”, ni “como yo no tengo un tumor, entonces no existe el cáncer”, etc., y sin embargo, todo lo que se refiere a la violencia estructural contra la mujer es, cuanto menos, minimizado; y todas las medidas que se toman para combatir ese tipo de violencia estructural es criticado.
Lo sé muy bien, llevo desde 1990 dedicándome a estas cuestiones: investigando, escribiendo libros y artículos, dando conferencias, impartiendo y organizando cursos de concienciación (policías, personal sanitario, profesores, alumnos), creando programas de intervención, etc. No, no es flor de un día, ni oportunismo mediático: son ya 19 años de dedicación, con mejores o peores resultados, al conocimiento de la violencia estructural contra la mujer y a la lucha para erradicarla.
Y, precisamente, fruto de esta dedicación es lo que te presento aquí: un programa para la tutoría que he creado y puesto en práctica, como parte de un programa integral para que los alumnos puedan reconocer y modificar todo el sistema de valores que subordinan a la mujer y la convierten en víctima de violencia de género, aun cuando ninguna que conozcas lo haya sufrido directamente:
Si te das cuenta acabo de introducir una variable nueva: sistema de valores, y es precisamente aquí donde está la clave de todo. La violencia contra la mujer sólo se puede erradicar si actuamos en el ámbito de la prevención, y esto sólo es posible si somos capaces de ir más allá de las historias personales de maltratadas y maltratadotes y nos centramos en los valores culturales (y los intereses sociales asociados) que hacen posible la violencia estructural contra la mujer.
No esperes, porque no existen, respuestas fáciles al fenómeno de la violencia contra la mujer. Hay que abordarlo poco a poco y hasta el final, desde una multiplicidad de saberes: Historia, Biología, Lengua, Filosofía, Matemáticas, Arqueología, Política, Antropología, etc., con el objetivo de construir un contexto adecuado para comprenderlo en tanto que fenómeno universal, para reconocer cómo se presenta en nosotros y para intervenir como personas y profesionales de la enseñanza, en su erradicación.
Si decides indagar en él, verás que este programa te ofrece algunas novedades importantes que suponen una modificación esencial con respecto al tratamiento de la violencia estructural contra la mujer:
Primera: Toma como punto de partida la situación real del sistema educativo: curriculos, tutorías, horarios, temporalización, etc.
Y por eso el programa de tutoría no sólo no excede de siete horas, sino que, además, se puede impartir en menos (o en más), dependiendo de las circunstancias específicas del alumnado y del profesorado. En cualquier caso se te ofrecen distintas maneras de abordarlo, acortarlo y/o ampliarlo.
¿De qué sirve proponer un programa de 10 sesiones, pongamos por caso, que, además utiliza vídeos, lo que puede prolongar el programa dos o tres horas más: ir a por la televisión o el ordenador, trasladarlo al aula, hacer las conexiones, que funcionen todo perfectamente, etc., consume mucho tiempo que debe ser tenido en cuenta. Además, si el programa coincide en los días con exámenes, recuperaciones, actividades extraescolares, fiestas, etc., nos puede llevar a añadir en el tiempo otras tres semanas, más o menos, con lo que las diez sesiones se prolongarían como mínimo a 16 semanas, puesto que las tutorías de 4º de la ESO son de una hora semanal.
Si miramos un calendario, entonces nos daríamos cuenta que nos va a coincidir con períodos vacacionales, con lo que, prácticamente, la tutoría de 4º de la ESO sólo podría tratar este tema y poco más.
Segunda: Centra los objetivos en el reconocimiento y la transformación de los valores que producen la violencia doméstica, apuntando, por tanto, al epicentro del fenómeno de la violencia estructural contra la mujer, y se centra en las causas y no en los efectos.
Por esta razón los objetivos y contenidos del programa no deben tener un carácter autobiográfico, o lo que es lo mismo, una concepción de la violencia contra la mujer, como un problema psicológico que afecta a agredidas y agresores, porque eso es, precisamente, la condición necesaria para que sea imposible combatir la violencia doméstica como un fenómeno universal, o generar una comprensión estructural adecuada de los valores que producen violencia y discriminación contra la mujer.
Las habilidades sociales dependen de un contexto de interpretación, en sí mismas carecen de valor: así, por ejemplo, llevarse algo a rastras es la idea de matrimonio para los yanomamos de la selva brasileña. Todos sabemos identificar futuras relaciones violentas, pero de lo que se trata es de prevenir. Modificar modos-de-ser y sentirse (causas) no es lo mismo que modificar conductas (efectos). Recuerden que el aprendizaje y el aprehendizaje no siguen los mismos patrones.
Se nos olvida, además, que las alumnas y los alumnos saben reconocer las actitudes machistas y violentas. Pero siguen generando relaciones complementarias negativas (dominio/sumisión) que subordinan a la mujer, porque desde una perspectiva de valores culturales, el individuo es trascendido por la relación: ser madre, ser esposa, ser padre, ser marido, etc., y por las funciones sociales atribuidas a cada sexo.
De nada sirve, pues, un programa que no incide en el sistema de relaciones, sino que sigue considerando el maltrato desde una perspectiva reduccionista del yo y sus conductas.
¿Significa esto que no se tiene en cuenta la experiencia cotidiana de los alumnos?
Por supuesto que no.
Tercera: La metodología consiste en tomar como punto de partida la experiencia cotidiana de los alumnos para conectarla con el sistema de valores culturales que la hacen posible, de tal modo que los alumnos reconocen esos valores en ellos mismos y en los demás, lo que contribuye de manera decisiva a modificarlos, comprender los impulsos, biológica y socialmente inducidos, que tienen que ver con las relaciones de amor y de familia, y denunciar citaciones de violencia contra la mujer que ocurren a su alrededor.
Si queremos prevenir la violencia doméstica tenemos que actuar sobre las causas, y como éstas tienen que ver con los modos de ser y de sentir las relaciones de género en el interior de una sociedad y de una cultura, entonces tenemos crear estrategias que pasan por la generación de modelos de intervención cultural, que es precisamente otra de las novedades que este programa presenta (la cuarta).
Pero la novedad va más allá, porque lejos de ser un programa dicotómico en el que se sitúa a los alumnos ante una disyuntiva clara: elegir un tipo de relación de género no sexista u otro que perpetúa la estructura de complementariedad negativa entre lo masculino (dominio) y lo femenino (subordinación), esperando que los alumnos elijan la opción primera, asume sin reservas que aunque esta sea la opción asumida racionalmente, emocionalmente se decantan por la segunda.
Como dicen Reyna y Farley (2007) el modelo de decisión dicotómica se fundan en teorías sobre los procesos de decisión denominadas “estructuras de la decisión conductual” o “teoría de actualización razonada” y se basan en el presupuesto de que los adolescentes van a poner en una balanza equitativa riesgos y beneficios y que su comportamiento obedecerá entonces ala decisión racional.
Pero obvian un dato muy importante: los cerebros adolescentes tienden a conceder más peso a los beneficios y menos a los perjuicios, por lo que se dejan arrastrar más por sus emociones que por las razones. No podemos negar que los efectos químicos del enamoramiento son más poderosos que cualquier principio racional que intente advertir sobre las funestas consecuencias biológicas (celos, depresión, etc) y socioculturales que puede arrastrar.(subordinación de la mujer a través de su reducción a los papeles de madre y esposa).
Las zonas del cerebro que más tarde se desarrollan (maduran) son las que están asociadas a las funciones cerebrales que implican actividades como: planificación, razonamiento y control de impulsos (no hasta los primeros años de adultos).
Investigadores EEUU de las Univ. De California en S. Francisco, de la Univ. De Illinois de Chicago, del Instituto Nacional de Salud Menta, establecen la alternativa de ayudar a los adolescentes a que piensen más como los adultos, de manera más intuitiva.
Aunque parezca contrario a Piaget creador de la psicología del desarrollo: los niños son intuitivos y se desarrollan a adultos analíticos, considero que más que una oposición se trataría de un sincretismo, ya que aunque los adultos desarrollen un cerebro analítico, es cierto que por eficacia electiva: como en antropología con los hábitos, no pueden estar continuamente revalorizando y decidiendo, por lo que crean, a través de los valores, sistemas de respuestas inmediatas. Y eso es lo que he pretendido hacer con mi programa.
- No sopesar riesgos y beneficios, sino reducir beneficios y compararlos con otros beneficios de otras alternativas. No tanto qué malas son esas relaciones sino qué tipo de relaciones son mejores.
- Como dice Aristóteles, los jóvenes carecen de experiencia, eso significa que les cuesta entender la idea de “consecuencias dañinas”… Hay que centrarse en las consecuencias, mediante la crítica de los tópicos que favorecen las relaciones de riesgo y ayudar a que ellos alcancen las conclusiones oportunas. Esto hace que estas decisiones se fijen de manera más duradera.
- Sería ideal que el contexto: normas familiares, medios de comunicación, programas de educación, contenidos conceptuales y actividades por parte del alumnado, refuercen este modelo construido por el alumno.
- Asimismo, dado que hay que controlar y revisar su sistema de relaciones y conductas, habría que implicar a los padres.
- Además, hay que ayudarles a que se comprometan consigo mismos a través de la lucha contra la violencia sobre la mujer.
Quinta: Tiene en cuenta la realidad del profesorado, sus intereses, motivaciones y formación.
Por eso, está diseñado para que pueda ser impartido por monitores externos o por el propio profesorado que ejerce la tutoría.
Como las tutorías pueden recaer en cualquiera y la formación es muy variada, el manual del profesor ofrece una amplia información que cubre muchas disciplinas distintas conformando un entramado contextual que explica diacrónica y sincrónicamente, las causas biológicas, sociales y culturales que subyacen a la violencia estructural contra la mujer.
Si te fijas en el índice, se te ofrece una amplísima base de información en áreas que tú no dominas o dominas menos, en relación con todas las demás áreas, por lo que te facilitará mucho la labor de comprender y desarrollar el programa de tutoría desde tu propia área de conocimiento.

No hay comentarios: